Capítulo 1.
Raíces
Esta es la historia de un hombre que a la edad de 9 años empezó en el mundo de la música, cantando canciones vallenatas de su tierra natal Aguachica, Cesar.
Jefferson Díaz es hijo de Gladis y Luis Hernando Díaz quien era el eje de su vida, un gran soldador en la región de Cundinamarca. A sus once años ya estaba cantando merengue y salsa; por lo que cada día se interesaba más en pulir su voz. Entrando a sus 14 años incorporó la guitarra, acoplándola y complementándola con sus conocimientos vocales, creando así su principio musical.
Sus raíces musicales se centran en su abuelo quien fue músico antes de que
Jefferson naciera, por esta razón decían que ya traía la esencia musical en las venas, aunque su real inspiración fue escuchar la música, desde niño, creció escuchando vallenato y merengue, por lo que menciona que:
“Eran esas ganas de hacer algo, de darse a conocer con el tema de
la música y hacer algo estupendo, algo que realmente valiera la
pena al sentido de la gente.”
Ahora, su fuente de ingreso es recorrer las calles de Ibagué cantando y tocando el violín y la trompeta. Aunque ha sido soldador, pintor industrial, ha trabajado en panaderías, en el área de la topografía; hoy, su mayor fuente de ingreso es la música.
A parte de la música, intentó estudiar soldadura en el SENA, porque su sueño era entrar a formar parte de una petrolera llamada Rubiales Meta, aunque le estaban brindando la ayuda para su ingreso, le exigían una certificación que no tenía ya que aún no se había graduado. En ese momento desafortunado de su vida, se desmoronó su familia, falleció su padre, a su alrededor no estaba bien la situación, por lo que no continuó estudiando soldadura; sin embargo, aprovechó la buena relación que tenía con la guitarra y viajó a Ibagué para experimentar, teniendo un resultado positivo.
Después de ese doloroso evento se sintió solo, le tocaba buscar otra fuente,
buscar otra posibilidad en la cual encontrara refugio y aislara la tristeza, el dolor y
la amargura que sentía en su pecho, pero lo que más le daba punzadas era saber cómo fue que su padre falleció. Esto lo condujo a cambiar de camino y no seguir los pasos de su padre en la soldadura, teniendo en cuenta que lo único que había hecho por su propio medio fue aprender de música, así que esta situación lo ayudó a enfocarse solo en ella.
Cuando empezó la pandemia Jefferson se encontraba en otro pueblo, había salido
de Ibagué rumbo a Zipaquirá, Cundinamarca, en este municipio las restricciones estaban igual de fuertes que en todo el país, por lo que hubo muchas limitaciones a nivel cultural, no le brindaron apoyo económico en la crisis, se olvidaron de todos los artistas callejeros, teniendo como solución defenderse por sus propios medios.
"El gobierno es indiferente, durante la pandemia no hemos recibido ningún apoyo
y es triste ver que a los artistas de la tercera estamos olvidados. No todos saben apreciar lo que hacemos”.
Por otro lado, Jefferson había aprendido un poco de ingeniería en sistemas, por lo
que aprovecho el auge tecnológico a causa de la crisis sanitaria y con sus ahorros incursionó en la compra, arregla y venta de computadores, ya que las personas estaban trabajando y estudiando bajo el modelo de la virtualidad.
Después de tanto dolor, ahora con su música lo que más valora es cuando la gente viene y expresa lo que siente o lo que ellos ven. Ahora en tiempos de pandemia nunca pensó en dejar la música, antes se motivó a seguir con más proyectos en compañía de su esposa, realizando la grabación de 24 canciones y otras pistas que ellos mismos elaboran y graban, así mismo vendieron USB y algunos CDs, con ello solventaron parte de su economía.